Profesores y asistentes de la educación del Liceo María Behety subieron el Monte Tarn en jornada de autocuidado y buena convivencia
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A 825 metros sobre el nivel del mar se encuentra la cima del Monte Tarn, una pequeña montaña en el sur de la península de Brunswick en Punta Arenas y que fue subida por un grupo de 18 profesores y asistentes de la educación del Liceo Polivalente María Behety, perteneciente al Servicio Local de Educación Pública Magallanes, quienes decidieron ser parte de este desafío como parte de una jornada de autocuidado y buena convivencia.
Sobre esta travesía, el profesor de biología del Liceo María Behety y organizador de este viaje, Patricio Contreras Muñoz, comentó que “el objetivo de esta actividad es generar un espíritu de cuerpo, de colectivo, trabajo en equipo, solidaridad, en el fondo cómo mejorar o estimular la buena convivencia del establecimiento, y por supuesto comprender lo que es la naturaleza y la vida al aire libre”.
En un principio desde el establecimiento se había contemplado realizar esta actividad junto a los estudiantes, pero dado el interés de los funcionarios en vivir esta experiencia, finalmente se decidió hacer el trekking con docentes y asistentes.
Luciano Herrera Torres, docente de educación física del establecimiento, destacó la importancia de esta salida a la naturaleza: “la verdad es que tiene un doble propósito, porque, por un lado, esto nació a raíz de la necesidad de una actividad de autocuidado, además que las comunidades se construyen a través de actividades que puedan generar habilidades positivas y vemos que esta es una salida que nos podía proporcionar eso. Pero por otro lado, también creemos que la educación al aire libre es una tremenda herramienta para trabajar con los jóvenes. Entonces, esta fue una primera aproximación para poder instalar quizá un programa con nuestros estudiantes”.
Bosque nativo, turberas, nieve y caminos empinados fueron algunos de los obstáculos a los que se vieron enfrentados los miembros de esta comunidad educativa, los que lograron comunicarse entre sí, compartir y disfrutar de una intensa jornada en la naturaleza.
Tras la actividad, el docente de historia y ciencias sociales del Liceo María Behety, Luis Delgado Oyarzo, compartió en una reflexión acerca del trekking:“La madrugada comenzó con un aire fresco y salino: docentes y asistentes de la educación del Liceo María Behety de Menéndez emprendieron la subida al Monte Tarn, una cumbre emblemática del extremo sur de la península de Brunswick, a unos 70 km al sur de Punta Arenas.
El Monte Tarn, de alrededor de 825–850 metros sobre el nivel del mar, domina el borde del Estrecho de Magallanes y permite, desde su cumbre, vistas panorámicas hacia la isla Dawson, Tierra del Fuego, el faro San Isidro y las cordilleras australes.
La jornada, liderada por Patricio Contreras, se planificó como un trekking de día completo: el itinerario habitual incluye un traslado por la Ruta 9 hasta el punto de inicio en Punta Árbol, y luego varias horas de caminata por bosques achaparrados, turberas y senderos de ascenso que llevan a una altiplanicie y finalmente a la arista final.
Dependiendo de la ruta y de las condiciones del terreno, el circuito puede cubrir entre 7 y 12 km y su dificultad es descrita por guías y senderistas como media a alta —con tramos empinados, barro en las turberas y viento patagónico que exige buena preparación física y equipo adecuado—, por lo que se recomienda caminar con riguroso sentido de equipo y seguridad. Más allá del esfuerzo físico, la ascensión se convirtió en una experiencia colectiva que fortaleció valores imprescindibles para una comunidad educativa: trabajo en equipo, apoyo mutuo y el compartir.
En el tramo más empinado los colegas se turnaron para marcar el ritmo, ayudarse en los pasos resbaladizos y animarse mutuamente; en los descansos compartieron alimentos, historias y risas. Esa solidaridad práctica es exactamente el tipo de convivencia que nutre la vida escolar: cuando un líder —en este caso Patricio Contreras— coordina con respeto y escucha, el logro colectivo queda por encima del desempeño individual.
La contemplación de la naturaleza fue otro eje central del día. En la cumbre, el silencio se abrió a un panorama que invita a la reflexión: el vaivén de las nubes sobre el Estrecho de Magallanes, el contorno de las islas y la lejana sombra de la cordillera Darwin recuerdan la escala de los procesos geográficos e históricos que cruzan estas tierras (aquí, incluso Charles Darwin ascendió en 1834). Ese momento de quietud favorece la conversación pausada, la escucha atenta y la conciencia del lugar —elementos valiosos para el desarrollo humano y profesional de quienes educan.
Al bajar, el grupo regresó con la sensación de haber compartido algo más que una caminata: habían tejido comunidad.
La actividad dejó aprendizajes concretos (planificación, cuidado mutuo, lectura del clima y del terreno) y afectivos (confianza, pertenencia, capacidad de asombro). Así, la subida al Monte Tarn se convirtió en una metáfora viva de la tarea educativa: subir juntos, sostenerse en las pendientes, celebrar las cumbres y volver al aula con otra mirada sobre el trabajo colectivo y la relación entre las personas y la naturaleza”.

